jueves, 12 de mayo de 2016

EL REGRESO DE LOS GUIRIS

Segunda mitad de la década de los 70. La localidad costera se inundaba cada verano de vehículos "tiburón" que los niños contemplábamos asombrados. Más de la mitad del parking estival era gabacho. Por las noches, cánticos alcohólicos germanos, satisfechos hasta la saciedad de abusar de todo aquello que en su Alemania natal no cometían por salubridad pública. Y se reprimían orgullosos de cualquier acto vandálico en suelo ario, mientras que las colonias estivales eran
mancilladas sin pudor ni miramiento.

El panorama habitual de aquellos alegres veranos:

Aún siento náuseas cuando lo recuerdo.

Aquella noche fui objeto de terribles pesadillas...












Y freno aquí la galería de horrores estéticos.

Por las noches brisa suave, música de chiringuito, gabachas tomando el baño desnudas a la luz de la luna (¡¡qué romántico!!... Hasta que alguna, emergiendo de las cálidas aguas mediterráneas, cual foca ártica, nos deleitaba con sus incontables, blancuzcos y fofos michelines) y alemanas entradas en años, borrachas como cubas, ligando con el camarero.

No puede faltar el personaje autóctono, el que glorificaba la figura del guiri por el mero hecho de serlo, mientras éste fantaseaba con poner un collar de perro a aquél, a la vez que engullía toneladas de salchichas frankfurt inundadas de ketchup y mostaza. Lo más cercano al recuerdo de aquel ilustre germano es la siguiente imagen:

Claro está que en aquellos tiempos McExcremento no estaba... aún.

Llegaron los 80 y la cultura del pelotazo, la instauración del felipismo, las escapadas psicodélicas, las discotecas, la beautifull people, la elevación artificial del nivel de vida, el obrero que quiere ostentar riqueza, el empresario que se considera nuevo señor feudal y el banquero de turno que sueña con ser presidente del Gobierno... Franceses y alemanes, guiris por derecho propio en la costa de Azahar, regresan algún que otro verano... con sus vehículos cargados de alimentos propios. Aquí, en el Reino, desde que un vaso de vino peleón pasó de costar 15 pesetas (para los más jóvenes aclarar que son 0.10 €, aproximadamente) a 100 (algo menos de 1 €), y de la misma manera con el resto de productos, los guiris no pudieron quitarse el hambre que venían acumulando premeditadamente a lo largo del invierno en sus fríos e inhóspitos países; conclusión: no se dejaban un céntimo. Ni tan siquiera el combustible de regreso, almacenado en grandes garrafas junto al resto de productos. Al parecer, veranear en el Reino ya no les resultaba rentable. Así que goodbye...

De la década noventera mejor no hablar. Todo súbdito quería emular a la monarquía y a Mario Conde: dinero, más dinero; acciones, blanqueo, paraísos fiscales... ¡¡pero qué guapo e inteligente soy!!

Y aumenta la burbuja y nadie se entera -ni quieren- porque están pendientes del fútbol, de la moda, de la princesa del pueblo, del torero y sus amores, de la folclórica que, mira por donde, se pasará una temporadita entre rejas...

Y llegó el 2008 ¡¡¡Crack!!!

 Casi 30 años después de observar al último guiri me percato, no sin cierta inquietud, de roulottes alemanas y francesas circulando nuevamente por las carreteras del Levante. Asimismo en algún centro comercial escucho hablar franchute... 

Por fin Eurosur está donde le corresponde -comentan en Bruselas- ¡¡¡a nuestros pies!!!

Han regresado...





2 comentarios:

  1. A mí ese look no me gusta nada, huele a lata de conserva pasada. Me gustan más los que llevan zapatitos de piel atados con cordones y calcetines blancos deportivos con la raya azul y roja, bermudas y camiseta de publicidad de año de la catapún.

    Son una delicia estética.
    Adornan el paisaje.

    Café.
    Abrazo.

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    1. Realmente la tipografía de esta fauna es variopinta. De hecho, la que describes en mucho más significativa que la mía. Gracias por tu aportación, eleva el nivel de esta humilde entrada.

      Saludos y un café.

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